lunes, 30 de agosto de 2010

Entrevista a Omar y Marita Segovia.

“Estaría bueno que la gente empiece a mirar la cumbia de otro lado, de otra manera”.

  Después de un largo tiempo de ausencia en este blog, hemos recomenzado a dar cuenta de los capítulos y caminos en los cuales vamos cada vez más aprendiendo de cómo se gesta la música tropical de nuestro país, y como es la cocina, la esencia, las costumbres y la cultura que rodean a uno de los géneros que durante un buen tiempo fue desprestigiado por sectores de la sociedad pero que sin embargo logró ser uno de los himnos de cada barrio de la clase trabajadora del país.

 Aprovechando las vacaciones de invierno, tuvimos la oportunidad de conocer a la familia Segovia, la cual desde el barrio de villa Itatí, en la ciudad de Don Bosco, es una de las promotoras de la cumbia santafesina del barrio, desde un rol clave al poseer la única sala de ensayo dentro de la villa, y al estar ligada a la cumbia santafesina desde raíz.



Omar Segovia, con quien tuvimos el placer de charlar y tomar unos mates ese sabado a la mañana es un guitarrista que ha pasado por varios conjuntos conocidos como Los Leyes, y Siete Lunas, y que ha podido con su núcleo de amigos, incorporarse a grandes bandas de la movida tropical.

 

¿Cuáles fueron tus primeros pasos después de tu paso por la banda inicial? ¿Cómo se desarrolla tu trayectoria musical?

Omar:- Y pasé por Los Leyes, Siete Lunas, un par de grupos largos. Otro estilo que también, estuve haciendo es cachaca, folclore del Paraguay también. Me costó más salir a mí, que fui el que emprendí esto que a los que estaban al lado mío.

¿Por qué pasó esto?

Omar:- Y no sé. Porque yo lo que estaba armando, lo quería yo. Que todos estén ahí. Me venían a buscar de otros grupos, y no. Yo estoy tocando en lo mío. Pero yo no veía , yo veía este grupo. Yo no veía lo que yo podía salir. Yo me iba con otro grupo y ya estaba tocando.

El primero que arrancó fue mi hermano, el que tocaba el timbal. Tocó con Los del Bohío, toco con Los Nobles, con Sergio y la Avalancha, tocó con Yuli, y ahora está con Mario Luis.

Después otro muchacho que es amigo de nosotros, que toca el octavad, la batería eléctrica, el arrancó con Los Lamas, y hasta ahora está tocando.

Hay otro también que arrancó con nosotros y ahora está con Daniel Cardozo, con Los Charros. Están todos tocando …






No obstante las preocupaciones de Omar, no solamente tienen que ver con ser parte de una escena que está plagada de bandas que van y vienen, bajan y suben por las escaleras a veces empinadas de la fama y la difusión televisiva y radial, sino que además dentro de sus expectativas, y las que comparte con su compañera y esposa, Marita, está la de poder a través de la música generan un camino, un trayecto con el que acompañar, y apoyar la adolescencia de los chicos de su barrio, con el objetivo de alejarlos de las situaciones de calle, y de exclusión social.

 

Me había  hablado antes de empezar la nota que tenían  un proyecto que ayuda a los chicos del barrio para que generen su propia música. ¿Nos pueden hablar un poco de eso?

Omar: _ Es lo mismo que hacíamos hace tiempo. Juntar a los chicos. A mi me gustaba juntarlos y enseñarles un poquito de lo que yo sabía, para que vayan interesados en otra cosa,  no en lo de la calle. Y acá yo le digo a mi hijo, y tienen un montón de amigos. Vienen de acá de allá. 4 o 5, pero tampoco se los puede tener todo el día, todo el día, porque ellos estudian. Pero es lindo sacarlos.

Marita :_ Yo en lo personal en lo que aprendí es que desde que lo conocí a él. El se juntaba con los pibes. Desde ese entonces yo me acuerdo que decía: “ Uh, son una manga de vagos. Se van a tomar, se van a drogar”. Y hoy mucha gente reconoce que esa junta era algo bueno, porque hoy son buenos padres de familia, están laburando de eso.

 Tuvimos la posibilidad de poner un buen estudio. Y entonces yo siempre dije que por intermedio de la música se puede sacar a los pibes de la calle. Yo voy al tema social, lo que se está viviendo hoy por hoy. Tengo un hijo adolescente, y los otros que también estan por ser adolescentes, y con ellos mismos nos juntamos, y son horas que no están en la calle. Y por ahí, vienen mal no tienen con quien hablar.

 Yo por ahí le agradezco a los chicos de él, el hermano de él,, que toca en Los Lamas, que a pesar de ser grupos, que no te darían ni la hora, porque es así, suele pasar. Viven super humildes. Viene Mario Luis mismo, apoya mucho el laburo social acá en Itati. A una cuadra, con la señora Norma Segovia, nos esta ayudando para poner una Copa de Leche, nos ayuda nos trae cosas. Entonces vos te das cuenta que sirve el trabajo social.

De esta manera, en parte los sueños de Omar de poder transmitir de manera desinteresada los conocimientos musicales que fue aprendiendo a través de su padre y de sus amigos, se ven en parte cumplidos. Ya que además de invitar a los jóvenes del barrio a participar de su espacio en el que ensayan bandas de renombre de la cumbias santafesina, apoya la vinculación de sus hijos y sobrinos con la música , quienes ya han comenzado a iniciar sus primeros pasos en los escenarios, sin superar ninguno aún los 16 años.




 

No obstante en la vida de Omar no todo ha sido fácil en relación con la música, ya que debió abandonar la carrera de profesor en el conservatorio a causa de las restricciones, injustas en muchos casos, que limitan a los jóvenes de las clases populares a poder incorporarse y desarrollar sus conocimientos musicales, mediante la exigencia de un título secundario como requisito de ingreso.

Este tal vez sea una más de las causas por las cuales la cumbia, muchas veces es vista con malos ojos, o como música simple. La falta de acreditación de estudios formales en música, o estudios superiores aparece como limitante para otorgarle un status, que para la mayoría de las clases populares ya tiene obtenido en sus mejores podios.

Así las puertas hacia la incorporación de los jóvenes por este camino a la música se cierran limitando su desarrollo y formación de manera injusta.

 

Omar:-“Mi sueño, era enseñar música. Yo me fui a anotar en el conservatorio, íbamos un día antes a hacer la cola. Amanecimos. Me acuerdo que me dijeron, “vos vas sacas numero y te hacen un prueba ahí y ya está”.

Me tocaba a mí, me dicen : “Tenes que entonar el cumpleaños feliz”. “Sí”, se lo hice en el piano.

“Bien,¿ algún instrumento que toques?”. “Bueno , la guitarra”. Me la dieron, me hicieron tocar. Bueno me dieron un papel, me hicieron poner el número, nombre, número de documento. Hice casi llegando un año, que iba a trabajar, y salía e iba al conservatorio.

Después me llaman de dirección me dice : “Segovia, faltan tus papeles de la secundaria”. “¿Cómo de la secundaria?” le digo. “Si, porque no encuentro nada, ni copia ni nada”.

“No, yo tengo primaria. Primaria terminada”. “No, pero ¿Cómo te anotaron?” me dice.

“La verdad que no se, porque yo vine le di mi nombre, me anotaron y no me preguntaron nada”.

“No , acá no se puede, Discúlpame pero no se puede. Esto es para ser profesor. Pero si no tenes ni la secundaria completa, ¿cómo vas a hacer profesor? Me dice. “Y bueno que voy a hacer? ¿Me voy a poner a llorar ahí?

 

El relato es más que elocuente. Las palabras hablan por sí solas y reflejan la manera en la cual no es necesario tan sólo con saber realizar, o cumplir con las capacidades que son requeridas para poder acceder a determinada educación, sino que además se debe acreditar de alguna manera ciertos estudios, que para las familias de clase trabajadora y los sectores más humildes siempre es costoso y en definitiva limitante.

No obstante las guitarras no dejan de sonar, y la música no por no poseer títulos de nobleza, va a ser mejor o peor música.

Marita: _ Que la gente empiece a mirar la cumbia de otro lado, de otra manera. Porque acá en la villa se ha sacado chicos de muchas cosas malas por intermedio de la música. De hecho hace poco, hace como 3 o 4 meses, Ellos organizaron para tocar en un penal. Hicimos un esfuerzo por que era una posibilidad linda.

 





Por suerte las clases trabajadoras, siguen expresándose de la manera en la que mejor pueden y siguen mostrando que es lo que piensan, sienten y como viven la sociedad, aunque a algunos no les guste.

Por eso, y por que la cumbia ante todo nace como un grito de resistencia cultural, tanto sea en Centroamérica como en nuestros barrios del conurbano bonaerense, ¡Que sea cumbia, señores!