El siguiente cuento fue escrito con todo el respeto por aquellos chicos que por atravesar situaciones duras muchas veces son víctimas de la opresión de una sociedad que frecuentemente se olvida de ellos. Sin animos de dar golpes bajos va la siguiente historia que hice. Un abrazo a todos los amigos y chicos que conozco y que pasaron por momentos parecidos, sin haber podido tener otra opción para elegir en sus vidas.
Al Tiki ,al Pupi, al Korea, y al Indio.
Con cariño , El Chipi.
"Te hiciste canción."
"... es que ya nada quedará de nuestro amor,
si quedo vivo me llevarán a la prisión".
Pablo Lezcano.
-Altas llantas guachín, ¿Cómo las conseguistes?
-Eh gato, esas cosas no se dicen.-
-Rescatate, Brian, porque cobrás salame.- Contestó divertido El Tuerto, sabía que la amistad entre ellos era una cosa muy fuerte, y que esta conversación era sólo una forma de seguir manejándose como se tenían que manejar habitualmente para ganarse respeto con la vagancia del barrio.
Brian y el tuerto , se conocían de siempre. Las calles de la Isla Maciel , los habían sabido guiar desde chiquitos, cuando se conocieron mientras cruzaban en bote el riachuelo, para ir a la escuela.
Ahora ambos tenían 13 años, y ya había pasado cierto tiempo desde que ambos decidieron por primera vez, robarle una cámara de fotos profesional, a una turista japonesa que paseaba por Caminito.
Brian vivía con su abuela desde los 6 años, cuando su madre falleció de cáncer, una de las enfermedades más habituales de la zona. Su padre había muerto, antes de que el naciera, producto de una balacera con custodios de seguridad de una recaudadora de caudales. Y la vida cotidiana para él era una colección de problemas que comenzaba a la mañana cuando tenía que ir a la escuela , en donde frecuentemente era regañado por su conducta, y terminaba a la noche cuando su abuela, en su rancho de chapas y cartón, preparaba una cena consistente en unas galletitas con mate cocido , u ocasionalmente un guiso de lentejas con salchichas.
El Tuerto en cambio, poseía a sus dos padres. Ellos eran paraguayos. Su madre era empleada doméstica y su papá albañil. El Tuerto era el cuarto de 8 hermanos, y tenía la función familiar de cuidar a los más chicos, ya que el resto de la familia trabajaba todo el día, por lo cual sentía que estaba sólo para llevar a cabo tamaña responsabilidad. Cuando su madre, ocasionalmente, se escapaba un rato del trabajo , para solucionar algún inconveniente que surgiese, su salario se reducía considerablemente poniendo en riesgo el sustento familiar.
Ambos chicos se querían y apreciaban. El Tuerto jamás iba a olvidar, cuando teniendo 10 años , Brian corrió a gomerazos a unos pibes de Villa Inflamable, que le habían querido robar la bici que tenía, cuando paseaba por la plaza Malvinas Argentinas.
Brian también lo quería al Tuerto, ya que él era muchas veces, quien le convidaba pan con pate en las tardes, o le prestaba sus juguetes a escondidas.
El tiempo pasaba yla amistad entre ellos crecía , así como también crecía el deseo de ambos , de poder tener todo aquello que la vida les negaba. Y tal fue así , que un día, mientras descansaban en una vereda , luego de haber jugado un partidito de fútbol, ambos comenzaron a pensar de que modo solucionar sus problemas. Brian, que conocía a los más grandes que paraban en la esquina de las calles Frías y Espejo, sabía como era la historia, y mientras descansaba disparó: - Tuerto , esos turistas están regalados. Son re bobos, se pasean por el barrio, preguntando boludeces.
Sí , ya se , pero si nos ve alguien?. – preguntó el Tuerto.
No pasa nada.- respondió con seguridad Brian, y agregó – Aparte como vamos a hacer para estar re piolas como los pibes.
En ese instante , el Tuerto se acordó inmediatamente de algo, y dijo: - ¿Viste quién se voltea a la Andreíta?.
Pará , ya se , no me digas. El Enzo.
Sí boludo como sabías?. Si ese era rebiorsi.
Brian en seguida contestó: - Sí , pero viste… Para con el Chompi…, hacen su plata, zapatillitas nuevas. Sabes como se la debe estar curtiendo a esa guacha. Encima con el orto que tiene!
Sí, es verdad . Cada vez que la veo me dan unas ganas de hacerme la paja.
Si, yo también. Ja, ja.- Ambos se ríen. Pero bueno que querés –repuso Brian- , aparte viste el celular que tiene. La hizo bien el Enzo, se hizo la fama, y viste como es la historia. Todas las guachas hablan de él.
Sí, pero aparte con esos vagos se pegan altas giras. El Pollo , que para con ellos, simpre le cuenta a mi hermano, que se van a Rimbo, a Poupeé, a Maracaná. ¿Qué querés? Así cualquiera.- dijo el Tuerto.
Sí bolas, y nosotros dos que somos reguachos andamos recrotos. Este pantalón sabes hace cuanto que lo tengo?. Tiene un olor a perro muerto.
Ja,ja,ja.
Si amigo, tenemos que hacer algo.- repuso Brian.
Y aquello que tenían que hacer lo hicieron. La plata que recibieron luego de que vendieron la cámara de fotos sirvió para comprar unos jeans nuevos en la feria de Domínico, dos sanguches de milanesa con fritas, y salir a bailar a Traxx.
Allá estaba la movida. Todas las guachas con las que ellos soñaban que les hacían un pete o les tiraban la goma estaban ahí. Ahí podían olvidarse del hambre cotidiano, de las palizas que le propinaba el padre al Tuerto, cuando venía borracho del trabajo, y podían disfrutar de la música que les hablaba de lo que ellos vivían y veían que pasaba en el barrio. Podían dejarse llevar por los tragos, y las pastillas que los ayudaban a chamuyar mejor sin inhibirse, y sentirse así en onda. El regreso al hogar era una invitación a seguir repitiendo esa experiencia en donde sea. Para que perder el tiempo estudiando escuchando a un maestro que les hablaba del cuerpo humano o las regiones productivas del país, para que quedarse en casa mirando la cara de frustración de los mayores. Si el mundo podía ser suyo , cuando ellos estuviesen dispuestos a tomarlo.
Y así fue, como tomando valor a costa de Rohipnol para no sentir temor ni vergüenza , ambos comenzaron a robar más seguido. Primero un puesto de diarios sobre la avenida Pavón, después a cinco chetos que salían de bailar en Your Place, más tarde dos motos que estaban estacionadas en el playón de Carrefour, posteriormente un negocio de ropa que estaba sobre la avenida Patricios. La lista cada vez se hacía más extensa.
Había pasado un año, y todo estaba perfecto. Cuando necesitaban algo hacían lo que tenían que hacer, compraban lo que tenían que comprar y comían lo que quisiesen comer. Confiaban en aquello que los redondos señalaban desde la cancion “Un ángel para tu soledad”...La suerte del principiante no puede fallar.
Pero ya ambos habían dejado de ser principiantes, y luego de entrar a robar a una concida pizzería de La Boca, la amistad quedó en el recuerdo para siempre.
El responsable del local, hombre con mucha calle, al percibir los movimientos de ambos dio inmediato aviso a la policía apretando una alarma que tenían dispuesta detrás del mostrador sobre el suelo. La comisaría estaba muy cerca, razón por la cual , los agentes acudieron de inmediato.
El final fue previsible. El Tuerto jamás salió con vida del local. Brian conoció cuanto correccional había en Buenos Aires. Las canciones que ambos cantaban, en aquellas noches de diversión, ya no eran premonitorias, hace rato habían dejado de serlas. Brian con el tiempo aprendió que era realmente ser el dueño del pabellón , y supo , instintivamente, que esas canciones les habían enseñado a ambos , qué era lo que la sociedad esperaba de ellos en el futuro, de un modo más claro de lo que les decían en la escuela.
lunes, 27 de abril de 2009
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